Irais Bonilla y Jessica Rivera, entrenadoras de autodefensa feminista.
Por Mariana Mora
Ilustración por: Mónica Soria | @moo.soria
Cuando Jessica Rivera se vio a sí misma en un círculo de mujeres, entrenando bajo la luna llena, se dijo “¿En dónde había estado esto en toda mi vida?”. Era 2021 y tenía poco tiempo de conocer a La Jauría, un colectivo de autodefensa feminista en Guadalajara.
Después de años de practicar artes marciales en espacios dominados por hombres, encontrarse con este grupo de mujeres que comparten herramientas físicas y emocionales para resistir a las violencias, le “voló la cabeza”.
El colectivo tiene su origen en un taller que organizó Irais Bonilla, en 2018, después de escuchar la anécdota de una amiga que fue tocada y acosada en el transporte público. Irais estudió psicología y practicó lucha olímpica así que, cuando escuchó el testimonio lleno de rabia, pensó que ella podía compartir sus herramientas con otras mujeres para defenderse.
Ese año, Irais impartió el taller en el contexto de la marcha por el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Después, dirigió un curso que duró casi cuatro meses. Tras el éxito de estos primeros espacios, decidió formalizarlo. Ahora es un proyecto colectivo: La Jauría.
Irais y Jessica coinciden en que muchas llegan buscando únicamente la formación física y se encuentran con un espacio de resistencia y cuidado colectivo. Para Rita Argüelles, Ritz, es, además, un espacio para “desfogarse y acompañarse”.
Los entrenamientos siempre comienzan por preguntarse cómo se sienten. Después de un calentamiento para proteger las articulaciones, practican técnicas para defenderse de un ataque, soltarse y lanzar golpes. Y terminan reflexionando como grupo.
La diferencia entre la defensa personal y la autodefensa feminista es lo colectivo. “No sólo es para defenderme, es para defender a la otra. Es saber que nuestras vidas son tan importantes que merecen ser defendidas”, concluye Jessica.