Luz Sarahi López Domínguez, 25 años
Campeona nacional e internacional de squash.
Por Adriana Navarro Ramírez
Ilustración por: Mariana Robles | @brava_mx_
La estrategia, la decisión, el golpe, el movimiento impetuoso suceden en menos de un pestañeo. Luz Sarahi López lo sabe bien, practica uno de los deportes más rápidos: el squash. Entrena diariamente desde los 12 años. Ahora, con 25, figura entre las cinco mejores squashistas de la Primera División de Estados Unidos, donde clasifican las atletas más destacadas del mundo.
Es un imán para hacer amistades por su calidez, humildad, su inolvidable y luminosa personalidad. Fue la primera mujer squashista en representar a Jalisco en competencias nacionales. Luego se colocó entre las primeras de México hasta que llegó a ser la número del país. Participó en cuatro Juegos Panamericanos, en el Canadian y el U.S. Junior Open; en el Mundial Femenil, y en el Tour Profesional. Por el squash, consiguió una beca para estudiar Relaciones Internacionales y Literatura Hispanoamericana en Trinity College en Connecticut EEUU, licenciatura que acaba de concluir este 2022.
Sarahi, conocida como Zara, es virgo, alegre, viajera, pinta, anda en bicicleta, le gustan las plantas, escuchar música, y entrenar a niñas y niños para que sigan en el deporte. Le duele la desigualdad y la pobreza.
Cuenta que detrás de su exitosa historia ha habido momentos difíciles. Jugaba con raquetas prestadas, con tenis agujereados, y con la angustia de conseguir dinero para ir a las competencias. Para sortear esos obstáculos trabajó desde sus 15 años como entrenadora. Su hiperactivo día era como un carrusel: trabajo, escuela y entrenamiento.
De niña pensaba que era mala jugadora: “Por un tiempo me mantuve como la cuarta raqueta, no creía en mí, me ayudó la perseverancia, disciplina, y la pasión que siento por el squash. Cuando estoy nerviosa le llamo a mi hermana, quien me dice: ‘Zara, siempre te ha ido bien, sólo disfruta’. Y eso hago en las competencias, y me es más fácil ganar”.
Al cumplir 18 años decidió seguir estudiando y dedicarse profesionalmente al deporte, y para lograrlo necesitaba una beca. Mientras concretaba su idea, Sara se inscribió a la Universidad de Guadalajara, y paralelamente jugaba en la selección nacional.
En 2016, Zara fue a los Panamericanos celebrados en Estados Unidos, y ese evento fue como si el destino esperara darle una enorme sorpresa, pues Wendy Bartlett, la entrenadora de squash del Trinity College la vio jugar, se acercó a ella y le ofreció una beca que cubría sus estudios y sus entrenamientos. La condición era acreditar el examen TOEFL.
“Pero yo no sabía ni decir: ¿How are you?” dice mientras resuenan sus carcajadas. “Entonces dejé de ir a fiestas por estudiar inglés. Luego de dos años y nueve intentos, ya cuando me iba a dar por vencida, pasé el examen de panzazo”.
Al llegar al colegio compitió contra estudiantes de diversas nacionalidades: “Yo veía el elegante juego de las inglesas, y yo, por así decirlo, juego como de barrio; y aun así gané a las chavas que han tenido entrenadores de primer mundo, muy distinto a la situación de nosotras las mexicanas que debemos batallar por tenis y raquetas”.
En los cuatro años que pasó en Estados Unidos, Zara trabajó como entrenadora y fue primera raqueta de su universidad. La soledad fue difícil. Extrañaba los tacos, el clima y los amigos. Lo mejor fue su intercambio a Barcelona, y viajar por Europa. Hoy, Zara tiene la invitación para ser entrenadora por un año en Nueva York y en la isla Nantucket cerca de Boston.
Su meta es trabajar en su carrera, entrenar para el Tour Profesional, y regresar a la selección de México, pues su mayor orgullo es ser mexicana y originaria de Guadalajara.