Andrea González, corredora
Por Isabella Jiménez Robles
Ilustración por: Mónica Soria | @moo.soria
Andrea empezó a correr cuando estaba en la secundaria. Su tía, Patricia, acostumbraba a salir a correr cada domingo en el Bosque Los Colomos de Guadalajara y quiso compartirlo con Andrea. Desde entonces, corrían juntas todos los fines de semana.
Su tía Patricia se enfermó de cáncer de hueso en 2017 y Andrea dejó de correr para poder cuidarla. Falleció pocos años después. Andrea regresó a correr en 2020, cuando las personas comenzaban a retomar los parques tras la pandemia de Covid-19, así fue como salió a entrenar por primera vez después de su transición.
“Cuando empecé a hacer deporte en público como mujer trans en ocasiones había miradas. Al principio salía con nervios, pero me he encontrado con respeto. Cuando me quité ese peso de encima, el reto ya sólo fue personal: perseverar, esforzarme y motivarme”.
Su tía Patricia nunca supo que Andrea es una mujer trans: “no tuve la oportunidad de decirle”, pero en el deporte que compartió con ella, Andrea ha encontrado una comunidad que le da la bienvenida: “La comunidad de corredores es gente que te apoyan cuando menos te lo esperas. Te dicen: Estamos aquí, todos vamos para el mismo lado. No te rindas”.
Para Andrea, “correr es una manera de visibilizar que las mujeres trans somos personas comunes y corrientes”. Ella trabaja como consejera en Impulso Trans, asociación civil que brinda servicios de apoyo y fortalecimiento para las personas trans, desde ahí es clara sobre la participación de las mujeres trans en el deporte: “Hay personas que debaten si es justo que las personas trans participen, pero primero hay que recordar que el deporte es una vivencia saludable y es un derecho, así que se tiene que garantizar y promover”.