Alejandra Osuna Tirado, 19 años, patinaje artístico.
Por Ximena Torres / @ximena_tra
Ilustración por: Diana Vega | @diana.mandarina
Cuando Ale tenía ocho años su mamá la llevó a patinar sobre hielo como pasatiempo y ella quedó fascinada. Empezó a ir a clases algunos fines de semana y hoy, once años después es una patinadora artística destacada a escala nacional e internacional.
Antes de hacer sus primeros saltos y caídas sobre el hielo, Alejandra Osuna no era la más apasionada por los deportes, pero el patinaje la hizo sentir algo distinto desde el inicio. Como deporte individual le atraía el reto de ser su propia competencia, aunque siempre se sintió inspirada por otras patinadoras. “Me gustaba ver a las más avanzadas de México, me hacía pensar ‘yo podría ser como ellas’”.
Lo mejor de su deporte es que es una mezcla de condición física, fuerza y flexibilidad. No solo entrena en la pista, también practica saltos en el piso, en el agua y en otros espacios que le ayudan a controlar mejor su cuerpo.
Patinar le ha dado a Ale una oportunidad de mostrar la artista que lleva dentro. La parte emocionante de construir sus rutinas es elegir la música con la que se identifica para interpretarla. “Y los vestidos”, agrega. Cómo dejar atrás los brillos, las telas que la envuelven al girar. “Es como si hicieras una pintura, pero de ti misma. En el hielo te muestras como eres”.
Esa es la mejor parte. La más difícil es la exigencia de tiempo y esfuerzo que el deporte le ha reclamado durante los años.
Además, que el patinaje sea un deporte de poca fama en México le ha costado, porque no hay apoyos económicos para representar a su estado o país. Por su cuenta Ale ha encontrado patrocinadores, contactos y oportunidades, por ejemplo, para entrenar temporalmente en Estados Unidos. Pero todo eso se quedó en un limbo cuando llegó la pandemia de COVID-19.
En 2020 Ale sentía que estaba mejorando muchísimo. Tenía 17 años y se había clasificado como la segunda mejor patinadora menor de 18 años en todo México. Eso la hacía elegible para ir al Junior Grand Prix, la mayor competencia internacional juvenil, organizada cada año por la Unión Internacional de Patinaje.
Sin embargo, el confinamiento por COVID-19 llegó en marzo y todos los torneos se cancelaron. La única pista de hielo en Guadalajara, en la que Alejandra entrena, cerró por más de un año.
El tiempo avanzaba y con 18 años Ale sentía que se le iba la oportunidad del Junior Grand Prix. Hizo lo que pudo para prepararse, incluso viajó a otras pistas del país que ya habían abierto. Ese proceso y la competencia de clasificación fueron de los mayores retos de tu trayectoria. La presión que Ale se puso a ella misma fue enorme, realmente quería tener un buen resultado.
Con todo y los obstáculos quedó en primer lugar en la clasificación y en septiembre de 2021 cumplió uno de sus sueños, se fue a Krasnoyarsk, Rusia a competir contra otras jóvenes del mundo a las que admira.
Aprendió que a veces hacer deporte es cuestión de actitud: “Que nadie te diga hasta aquí. Me dijeron que esperara a la universidad, o que por la edad ya estaba en las últimas. Me he probado a mí misma que yo soy quien voy a decidir cuándo lo quiere dejar, cuando haya llegado a mi límite”.
El patinaje también le ha enseñado a retarse, a confiar en lo que puede lograr, a lidiar con la presión y a entender que cada persona avanza a su ritmo. “En lugar de frustrarme por saber que alguien va más adelante que yo, prefiero trabajar con esa persona para aprender de ella”.
En Ale hay un sentimiento constante de que puede dar más de sí misma. Se ha planteado ir a un Campeonato de los Cuatro Continentes. En el futuro quiere ejercer su carrera como arquitecta y ser jueza técnica de patinaje para algún día estar del otro lado de la grada.
Espera que su esfuerzo motive a su hermana menor y a otras niñas, para que ellas también planteen sus propias metas. Les recuerda que no hay un físico ideal para ser deportista.