Lidia Guerra y Brenda Rodríguez
Directora Técnica y jugadora de fútbol.
Por Mariana Mora
Ilustraición: Alejandra Artiga | @loopartdesign
Un refugio. Fue así como Lidia Guerra y Brenda Rodríguez imaginaron que sería el equipo de fútbol que estaban construyendo. Un refugio para que niñas, adolescentes y mujeres de la diversidad sexual pudieran desarrollarse como futbolistas en un espacio libre de discriminación y violencia. Así nació Angels Pride en 2018, en Tlajomulco de Zúñiga.
Brenda y Lid –como le gusta ser llamada- se conocieron en el primer colectivo lésbico que Lid creó y fueron buenas amigas por mucho tiempo hasta que, en 2017, se hicieron pareja.
No tardaron mucho en trasladar la experiencia de Lid en el activismo al mundo del fútbol, que Brenda ya conocía bien. Ambas habían vivido agresiones psicológicas en sus familias, en otros equipos y espacios de sus vidas, así que decidieron que un equipo de fútbol sería el escape que, como ellas, muchas necesitan. Lo nombraron Angels Pride porque Lid confía en que siempre hay alguien cuidándola: ángeles. Tiempo después, ellas se convertirían en los ángeles de otras mujeres.
Empezaron siendo siete, pero ahora el equipo cuenta con 28 mujeres de entre 15 y 36 años que son lesbianas, bisexuales, trans y algunas aliadas heterosexuales. Hay dos divisiones: el equipo local que juega en las ligas del Área Metropolitana de Guadalajara y la selección de Angels que compite en los torneos estatales y nacionales. Lid es la coordinadora y directora técnica y Brenda es capitana.
Al principio no usaban la bandera de la comunidad LGBTTTIQ+ en sus uniformes, por temor a ser discriminadas. Ahora portan, orgullosas, camisetas con los colores que representan la diversidad sexual. Pero, aunque dentro del equipo reina un ambiente de respeto y cuidado mutuo, los discursos de odio y el machismo siguen golpeando desde fuera. Los árbitros cuestionan su conocimiento, las porras las insultan y les es difícil conseguir patrocinios porque dicen que “las mujeres no venden”. Se enfrentan a una doble discriminación: por ser mujeres y de la diversidad sexual.
A pesar de las dificultades, Lid y Brenda identifican tres motores que las mueven. El primero es que, gracias al equipo, han ayudado a mujeres a salir de situaciones de violencia doméstica. El segundo es arropar adolescentes LBT que no se sienten comprendidas y evitar suicidios. El tercero es la relación tan estrecha que tiene el equipo con el activismo. Cada año organizan un torneo que se llama Fútbol con causa para recaudar juguetes para infancias de bajos recursos. Además, son aliadas del colectivo Mujeres sin etiqueta, con el cual colaboran en su comedor comunitario.
Toda esa potencia también rinde frutos en los triunfos del equipo. El año pasado ganaron su primer torneo y Lid le dedicó esta victoria a su padre, que había fallecido recientemente y siempre apoyó al equipo.
Su siguiente meta es participar en un torneo internacional, que podrían ser los Gay Games de 2023. También quieren seguir jugando en pueblos pequeños para inspirar a otras chicas a formar sus propios equipos en los que se sientan libres de ser quienes son sin miedo a ser discriminadas.
Ambas son madres y coinciden en que hacen esto para abrirles camino a las siguientes generaciones y dejar un mejor mundo a las nuevas generaciones de la comunidad LGBTI+.